martes, 25 de octubre de 2011

Ejército Olmos

Bueno, Alberto Olmos. ¿Qué vamos a decir de él? Que lo queremos mazo, fue el primer autor que se tomó la molestia de escribir un cuento para nuestro primer número, y qué cuento señores. ¡Qué cuento!


Nunca habíamos leído nada de Olmos, somos así. Tenemos olfato y basta. Leemos su blog, su otro blog y solíamos leer sus respuestas en el Formspring. Así contactamos con él. Publica novelas, el tío. No veas. Lleva años. Nos enteramos que fue finalista del Herralde de novela el mismo año que lo ganó Roberto Bolaño. TE-LA. Si no hubiera existido Bolaño, lo hubiera ganado él con 23 años. En la juventud está el placer, ya ves.


El caso es que queríamos leer algo de Olmos y nos enteramos de qué en octubre salía su próxima novela y que además había dado el salto a la Champions League del sector editorial español. Hay pocos equipos en esa Champions, pero demasiados jugadores.






Ejército Enemigo, es su twitter y también su novela y, seguro, que una forma de vida -por los menos ficcional- del bueno de Alberto Olmos. Así que la compramos (lo compranos todo, oiga) y comenzamos a leer.


Santiago, el protagonista, es un cafre, ¿vale? No se puede decir de otro modo, es un pequeño hijodeputahayquedecirlomás en la pequeña empresa de publicidad para la que trabaja, básicamente porque es un cínico. Sobrevive siendo cínico y ese cinismo se le vuelve en contra. Yo lo resumiría así, vaya. Un cínico que se ve con la mierda hasta al cuello por no haberse parado a pensar un momento que las chorradas que suelta pueden afectar a gente como Daniel, un empedernido agente de la lucha social y de la defensa del más pobre. La gente del barrio de Santiago, vamos. A Santiago le jode que los tíos como Daniel -que suelen ir bien de cash- dediquen el tiempo libre a limpiar el mundo y tratar de ponerlo algo más digno. Por eso le ataca frontalmente con la frase que desencadena todo: La solidaridad ha fracasado.


Tiempo después muere Daniel y Santiago hereda, sin mercerlo, el dudoso honor de conocer la contraseña de su correo electrónico. Si no podíamos esperar nada bueno del pajillero-internético de Santiago mucho menos podemos esperar de él con la contraseña del correo de un muerto, del cual tiene ciertas sospechas que ha terminado así por su puta culpa. Santiago, de cínico a detective en apuros.


Es un texto ágil, veloz, incluso diríamos que la propia novela te coge por el cuello de la camisa y te tira para que no te quedes a un ritmo lento. Se ha dicho que su estilo aquí es funcional, seco, ajustado, pero hay que reconocer que en algunos momentos la adjetivación o la descripción rozan lo excesivamente lírico ocasionando un efecto de cursilería en algunos momentos. Pero claro, esto es una opinión. Olmos ha confirmado que se trata de una novela de opiniones aunque dice no haber querido escribir una novela de tesis. Bueno, aquí vemos que la "tesis" del libro, la solidaridad es un invento para sentirnos mejor y punto, no está todo lo trabajada y argumentada que podríamos esperar de Olmos. Si lees su blog ya sabes como piensa y peligrosamente (o no) se acerca demasiado a lo que piensa el propio Santiago. Tal vez para el plano de un blog, un conjunto de imágenes e ideas sobre el fenómeno de los movimientos de compromiso social, sea suficiente, pero si tratas de pensar a lo largo de una novela los diferentes puntos de vista y la opinión finial de un tema tan complejo y actual como este, quizás necesitamos un poco más de profundidad, unas pocas horas más de reflexión antes de lanzarse.


En línias generales, nos ha gustado Ejército enemigo, bastante, apesar de lo comentado allá arriba. La trama no es nada del otro mundo y gracias a eso, a la eficiencia de sus diálogos y su prosa auténtica, se hace una novela agradable y muy entretenida. Olmos, como nosotros, está a favor de que los lectores no se aburran con literatura de alto voltaje. Y ahora que hemos leído sus dos últimos textos, tendremos que viajar al pasado y empezar a visitar a aquel Alberto Olmos de 23 años que le daba la mano a Bolaño en la misma foto.

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